Historia de Palo


 Los primeros testimonios de asentamientos humanos en Palo y sus alrededores nos los proporcionan los restos arqueológicos hallados en la Cueva de La Miranda, situada justo en el límite entre los términos municipales de Abizanda y Palo. Estos restos, recogidos a mediados de los años 70 en dos campañas organizadas por el Museo de Huesca, se remontan al Neolítico Medio (entre el 3.500 y el 4.00 a. C.) y a la Edad del Bronce Antiguo (en torno al 2.000 a. C.).

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Entrada a la Cueva de La Miranda

 Es más que probable que durante los siglos siguientes continuara la presencia humana en la zona. Algunas voces, como la de Antonio Pla, hablan de la existencia de un fundus romano (asentamiento surgido alrededor de una villa) en La Fueva. No obstante, tendremos que esperar hasta la Edad Media para encontrar la primera mención documental del pueblo de Palo, más concretamente, en una donación otorgada por el rey de Pamplona Sancho III el Mayor a la Catedral de Roda entre los años 1017 y 1034.

 Durante los siglos XI y XII la mayoría de los documentos en los que se cita a Palo están relacionados con donaciones reales a la sede de Roda de Isábena, a la que perteneció el pueblo hasta el traslado de ésta a Lérida. También tenemos constancia documental de la estancia del rey Ramiro II de Aragón en Palo en el mes de febrero de 1135.

  Otro elemento que nos habla del pasado medieval de Palo es la iglesia de San Clemente (San Climén) de estilo románico lombardo, construida en el siglo XI y situada en lo alto de un cerro a mitad de camino entre el pueblo y el Tozal de Santa Bárbara. La presencia de restos humanos en sus alrededores y la proximidad de un topónimo denominado Las Torretas pudieran ser indicios de que el entorno de esta pequeña iglesia fuera lugar de refugio material y espiritual de los pobladores de Palo durante los siglos altomedievales, época en la que eran frecuentes las razzias o incursiones de los sarracenos a lo largo del valle del Cinca.

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Iglesia de San Clemente de Palo.


 Hasta finales del siglo XIV Palo fue lugar de realengo, lo cual quiere decir que su jurisdicción correspondía a los reyes de Aragón, aunque en su término hubiera alguna partida, como la de San Vicién, perteneciente a la catedral de Roda de Isábena.

  A partir de1391 la jurisdicción de Palo cambió de manos en varias ocasiones según fueran las necesidades económicas de los sucesivos monarcas, hasta que en 1460, Juan II de Aragón, vendió a Rodrigo de Rebolledo los lugares de Olsón, Arcusa, Castellazo, Mediano, Plampalacios, Monclús, Palo, Trillo, Murillo y Arasanz. Todos ellos acabarán formando la Baronía de Monclús en 1465. Rodrigo de Rebolledo había sido camarlengo del rey Juan II de Castilla y estaba vinculado por matrimonio a la familia Palafox

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Lugar de Palo, de la Baronía de Monclús, en un documento del siglo XVI


 La historia de la Baronía de Monclús, uno de los señoríos (junto con los de Ariza y Ribagorza) más compactos de Aragón, fue bastante convulsa. Además de las disputas entre los Rebolledo-Palafox, sus propietarios, y los Mur, destacan los levantamientos de los vasallos de la baronía para intentar sacudirse el yugo señorial. Éstos recurrieron a la justicia para librarse del señorío de los Rebolledo-Palafox, pero, tras una serie de sentencias contrarias a sus intereses, recurrieron a las armas, produciéndose varios episodios violentos. En 1519 los vasallos de la  Baronía asaltaron y destruyeron el castillo de Monclús. Unos años más tarde, en 1537, Carlos I decidió enviar un ejército de 600 infantes para apaciguar a los habitantes de la Baronía. Un nuevo levantamiento en 1575 trató de impedir que Miguel de Fuentes tomara posesión de la Baronía en nombre de Guillén de Palafox. Ante tal situación de inestabilidad, Felipe II decidió en las Cortes de Monzón de 1585 reincorporar la Baronía de Monclús al patrimonio real a cambio de una renta anual de 800 escudos para sus antiguos dueños.

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Iglesia de San Martín en Palo
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Fecha de 1592 en la puerta de Casa Sánchez.




















   


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Torre de la casa del santuario de Bruis

En general, se puede afirmar que el siglo XVI fue una época de cierto crecimiento demográfico y económico en Sobrarbe. El aumento de población llevó consigo un aumento de la demanda de alimentos y nuevas roturaciones de tierras. Esta "prosperidad" se refleja en Palo en la segunda mitad de siglo a través de algunos hechos tales como las sucesivas obras en su iglesia parroquial, la llegada de nuevos pobladores y la existencia en el lugar de algunas familias con una situación económica desahogada que les permitiría engrosar su patrimonio con la adquisición de nuevas tierras. También es en este siglo cuando comieza el esplendor del Santuario de Bruis: en 1513 se construye la parte principal del templo y, sesenta años más tarde, la torre circular de la casa del santuario. El pórtico de entrada y las torres que lo flanquean son bastante posteriores, en concreto del siglo XIX.

  La tendencia positiva se truncó conforme avanzaba el nuevo siglo. El XVII español, brillante en lo que respecta a la cultura, fue, sin embargo, un siglo de decadencia política, demográfica y económica. Las guerras exteriores, los conflictos internos, las malas cosechas, las hambrunas, plagas y epidemias, marcan la existencia de los territorios de la monarquía hispánica. Sobrarbe no fue ajeno a estos fenómenos: la Guerra franco-española (1635-1659) y la Guerra de Cataluña (1640-1652) supusieron la entrada y acuartelamiento de tropas foráneas, cierre de fronteras al comercio, aumento del gasto en defensa (y por consiguiente de los impuestos) y requisas de bienes a particulares; la peste hizo acto de presencia entre 1652 y 1654, con un rebrote en La Fueva en 1659, y en 1680, una importante plaga de langosta arrasó los cultivos de la zona.

  La comparación de los censos de 1495 y 1646 nos indica que la población de Palo pasó de 22 a 34 fuegos (de unos130 a unos 200 habitantes) en tan sólo 150 años, para caer hasta los 20 vecinos, o cabezas de familia, en 1713 (en torno a 120-130 habitantes). Si bien los datos procedentes de las fuentes demográficas anteriores a la segunda mitad del siglo XIX no son fiables del todo, sí que podemos constatar que en Palo se produjo un aumento importante de su población en la segunda mitad del siglo XVI: el obispo de  Barbastro, Pedro Apaolaza, en una visita pastoral al pueblo de Palo en mayo de 1624 ordena acometer las obras de ampliación de la iglesia parroquial de San Martín pues "avemos visto que es pequeña para que con devocion y decentemente puedan asistir a los dibinos oficios por ser mucha la poblacion".

 En ese mismo documento, el obispo hace mención a la buena salud económica de la parroquial, lo que le permitiría financiar sin muchos problemas las obras de ampliación: "aviendo visto que la primizia esta sobrada y la iglesia bien proveyda".

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Inscripción en una mesa del santuario de Bruis (1685)
 Sin embargo, debido a las causas apuntadas anteriormente, la situación demográfica y económica comenzó a empeorar a partir de los años 30 del siglo XVII, y algunas de las familias acomodadas de la localidad empiezan a tener problemas económicos, lo que les llevaría a contraer deudas y vender parte de su patrimonio.

 El siglo XVIII comenzó con la Guerra de Sucesión Española, cuyos efectos provocaron una crisis económica de la que el Reino de Aragón no comenzaría a recuperarse hasta mediados de siglo. En estas fechas, la población de Palo volvería a los niveles de mediados del siglo anterior (unos 200 habitantes), y, a partir de entonces, iniciaría un crecimiento sostenido hasta alcanzar su tope en torno a 1840-50. Las encuestas parroquiales nos hablan de 234 habitantes en 1791 y de 240 a comienzos del siglo XIX. El Diccionario Geográfico-Estadístico de Pascual Madoz, publicado entre 1846 y 1850, nos proporciona una cifra de 312 habitantes en Palo. 

 En este siglo se inicia la cultura de la Ilustración, que basaba sus fundamentos en el predominio de la razón y en la creencia en el progreso humano. Los ilustrados mostrarán y fomentarán el interés en la investigación científica y su aplicación práctica, la enseñanza, la inversión en infraestructuras, las mejoras en las técnicas agrícolas y ganaderas o en el desarrollo de la industria. Quizá fue el espíritu de la Ilustración el que inspiró a Juan Gabesaco (Gravisaco o Gravesaco) de Viu, racionero de la Catedral de Toledo y originario del pueblo de Palo, a fundar en dicho lugar una escuela para que los niños recibieran enseñanza primaria de manera gratuita. Esta escuela duró desde su creación en 1767 hasta bien entrado el siglo XX. 

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Casa la Escuela, sede de la escuela fundada por Juan Gabesaco de Viu.

  Muy probablemente, y siempre dentro de unos límites muy modestos, parece que el pueblo de Palo vivió en el siglo XIX una etapa de cierta prosperidad. Si tomamos como referencia la información sobre el Valle de la Fueva ofrecida por el Diccionario de Madoz, nos encontraremos con que, a mediados del siglo XIX, en Palo residían un médico, un veterinario, un boticario y dos cirujanos (encargados de operaciones menores) que también prestaban sus servicios a los pueblos de los alrededores.  A ello hay que añadirle la existencia de escuela y la presencia de artesanos que también daban servicio a otros lugares de su entorno.



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Restos de la antigua caseta de La Mina

 Otro hecho a destacar en la historia de Palo a partir de mediados del siglo XIX, es el interés en localizar y explotar yacimientos de carbón mineral en su término municipal. Un artículo de Luciano Labastida publicado en el Diario de Huesca el 3 de abril de 1902, cita un primer intento fallido en 1864. Este interés fue retomado posteriormente por Miguel Sopena y Ramón Zazurca con la mina San Ramón, y el propio Luciano Labastida con la mina Concepción, aunque con idéntico resultado negativo. En 1908 y tras varias subastas desiertas, el Gobierno Civil de Huesca  declararía francos y registrables los terrenos que ocupaban dichas concesiones mineras. 

  Ya entrados en el siglo XX, las condiciones de vida y la situación demográfica de la localidad no variarían apenas con respecto a las del siglo anterior: una economía de carácter autárquico basada en el sector agrario y completada con actividades de tipo artesanal (sobre todo en las casas con poco patrimonio) y una carencia casi total de infraestructuras: el primer camión no llegaría al pueblo hasta mediados de siglo (hecho del que da fe la fotografía de la portada de este blog).

  A partir de los años 50, Palo, al igual que otros muchos pueblos de Aragón, sufre las consecuencias del éxodo rural. Muchos de sus vecinos, jóvenes en su mayoría, emigran a otras localidades en busca de un futuro mejor, siendo Barcelona, Zaragoza, Huesca, Barbastro o Monzón los destinos preferidos. Tras la construcción del embalse de Mediano, Palo comenzaría a recibir una compensación económica por hallarse la presa en su término municipal. Este dinero se invertiría en parte para crear infraestructuras y mejorar las condiciones de vida en la localidad (telefonía, alumbrado, abastecimiento de agua, pavimentación, carretera de acceso, etc...), pero la sangría demográfica ya no tendría marcha atrás.

4 comentarios:

  1. Hola Chema, mi padre es de Palo y nació en 1936, por lo que es probable que salga en la foto de la cabecera (la que comentas que es la primera fotografia al llegar el camión). Sería posible que me mandaras dicha foto para enseñarsela a mi padre y ver si se reconoce (o reconoce a alguno más). Gracias

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    1. Hola ¿cómo estás? Claro que te puedo mandar una copia de la foto. Dime una dirección de correo electrónico y te la envío.
      Un saludo

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  2. Estimada Chema, también mi suegro nació en Palo, en él año 1927. Era Ángel Olacia y trabajó toda la vida en el sector de las construcciones. Puedes enviar la foto de la llegada del camión a mi mujer a la dirección olgaolacia@gmail.com
    Gracias.

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  3. ¡Hola! En primer lugar, muchas gracias por leer el blog. Ángel Olacia (de casa Palacio) y mi padre, José María Vías (de casa Viu), eran bastante amigos. Tu suegro estuvo en mi casa de Madrid una tarde, visitando a mi padre que estaba pasando unos días en Madrid. Creo que se vieron un par de veces más, ya que mi padre le avisaba siempre que venía a Madrid y quedaban para verse. Os enviaré las fotos que tengo del día del camión.
    Un saludo!

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