domingo, 31 de mayo de 2020

La Virgen de Bruis en la Calcografía Nacional



 La Calcografía Nacional, dependiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fue creada en 1798. Entre sus fondos se encuentra la Colección Antonio Correa, la más importante colección particular de grabado español. Se compone de más de 15.000 estampas realizadas durante los siglos XVI al XX. La Colección está organiza por temas, siendo uno de ellos el de Vírgenes. Entre ellas, con el número de inventario AC-00084, se encuentra un grabado identificado como Virgen de Bruis. Patrona de Palo.

Grabado de la Virgen de Bruis, patrona de Palo y La Fueva
Grabado de Nuestra Señora de Bruis.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Calcografía Nacional. Colección Antonio Correa, AC-00084.


 Se trata de un grabado sobre papel avitelado, realizado con tinta de color azul grisáceo y mediante el procedimiento de talla dulce, práctica que combina las técnicas del aguafuerte y del buril. Del autor solamente conocemos el apellido: Gil. Su fecha es desconocida, pero posiblemente sea de la segunda mitad del siglo XVIII, época en la que coincidieron dos de las personas mencionadas en las inscripciones de la parte inferior del grabado, el Conde de Teba, Arzobispo de Toledo, y Pedro de Viu.

 El grabado muestra a la Virgen con el Niño, vestidos ambos con un manto. Sus rostros difieren mucho de los de la talla original, de estilo románico.

 A los pies de la imagen aparece una cartela con la siguiente inscripción:

 Verdadero Retrato de la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Bruis, sita en el Lugar de Palo y su patrona. El Eminentísimo y Excelentísimo Señor Cardenal Conde de Teva Arzobispo de Toledo concede 100 días (de) Yndulgencia rezando una Ave María delante de esta Imagen rogando a Dios por los pecadores. El Eminentísimo Señor Cardenal Arzobispo de Sevilla concede otros 100. El Eminentísimo Cardenal Pa. concede otros 100.

 En la parte inferior figuran otras dos inscripciones:

  • A la derecha, Gil f., haciendo referencia al autor del grabado.
  • A la izquierda, A devoción de Don Pedro de Viu, haciendo referencia a la persona que encargó el grabado. Se trata, sin duda, de Pedro de Viu y Gabesaco, nacido en Palo en 1727, que fue secretario de Luis Antonio Fernández de Córdoba Portocarrero, XV Conde de Teba y Arzobispo de Toledo entre 1755 y 1771. El hecho de que la tinta del grabado sea azul tal vez obedeciese a un deseo expreso de Pedro de Viu, ya que azul es el color del manto de la Virgen y también del estandarte que representaba al pueblo de Palo en las romerías al santuario.

 Este grabado probablemente sirvió de inspiración para la ilustración que aparece en la portada del librito Historia y novena de la Virgen de Bruis, en su edición de 1955, ya que ambas imágenes guardan cierto parecido.

Grabado de la Virgen de Bruis, patrona de Palo y La Fueva
Portada de Historia y novena de la Virgen de Bruis.


sábado, 16 de mayo de 2020

El secuestro de la novia



 Hasta mediados del siglo XX, lo habitual era que el matrimonio fuera consecuencia de un pacto o arreglo entre las familias de los futuros esposos. Por lo general se trataba de matrimonios de conveniencia, pactados entre familias de similar situación económica o social y en los que poco o nada importaban los sentimientos de los contrayentes. Se trataba, por un lado, de asegurar el futuro del patrimonio familiar casando al heredero o la heredera y, por otro, de proporcionar un destino al resto de hijos, aquellos que quedaban fuera de la herencia de la casa.

 Pese al predominio absoluto de la autoridad paterna, las
parejas que, enamoradas, aspiraban a disfrutar de una vida en común en contra de la voluntad de sus padres disponían de algunos recursos para escapar de la obediencia familiar. 
Uno de ellos era el secuestro(*)A pesar de que dicho término pueda tener connotaciones delictivas, la realidad es que se trataba de una acción completamente legal que contaba, además, con el beneplácito de la Iglesia. 


El secuestro de la novia Inés Arasanz para casarse con José Latorre vecino de Palo
Vista de Arasanz           Foto: Cristian Laglera (Despoblados en Huesca)

 Aunque las autoridades eclesiásticas preferían evitar los conflictos procurando que no se alterase la paz familiar, es cierto que la Iglesia defendía que la libertad de decisión de los contrayentes debía prevalecer sobre el permiso paterno.
Para ello era necesario, en primer lugar, que los novios dejaran clara su voluntad de querer contraer matrimonio, para lo cual era necesario que se prometieran en presencia de testigos.

 El siguiente paso era denunciar la situación ante la autoridad, demostrando la existencia de un compromiso matrimonial y la oposición de los padres al mismo. Tras la denuncia, las autoridades procedían al secuestro, entrando en el domicilio familiar de la novia y, si esta se mostraba de acuerdo, sacándola de allí. Era llevada a un lugar seguro, y se la interrogaba ante notario para que se ratificara en el deseo de querer unirse en matrimonio con su prometido.

 Todo este procedimiento se basaba en el Código de Derecho Canónico, que dice: “Aquel que hace ver al menos con argumentos probables que tiene derecho sobre una cosa que está en poder de otro, y que puede ocasionársele un daño si no se pone bajo custodia, tiene derecho a obtener del juez el secuestro de la misma cosa”. Como podemos ver, el concepto de secuestro tiene aquí el significado de embargo más que el de rapto o retención de una persona contra su voluntad.

 Si las autoridades eclesiásticas constataban la existencia de un compromiso previo y la libre voluntad de los dos miembros de la pareja en llevar a cabo su propósito, se daba vía libre a la celebración del enlace.


El secuestro de la novia Inés Arasanz para casarse con José Latorre vecino de Palo
Registro parroquial del matrimonio entre José Latorre e Inés Arasanz     Foto: Jesús Cardiel

 Un claro ejemplo de secuestro de la novia lo encontramos en el Libro de Matrimonios de la parroquia de Palo, depositado actualmente en el Archivo Diocesano de Barbastro(**). El día dos de junio de 1762 se celebró en la iglesia de Palo la boda entre José Latorre e Inés Arasanz. El novio era vecino de Palo e hijo del difunto Silvestre Latorre y de María Serena, y la novia era vecina de Arasanz, hija de José Arasanz y de María Teresa El Pont.


El secuestro de la novia Inés Arasanz para casarse con José Latorre vecino de Palo
Iglesia de Arasanz       Foto: Cristian Laglera ( Despoblados en Huesca)

 En el mes de mayo se produjo el secuestro de Inés: una vez sacada de casa de sus padres en Arasanz, la novia declaró ante Pedro Buetas, alcalde de la Baronía de Monclús, y un notario de Naval apellidado Gasós (probablemente Felipe Gasós), que era su voluntad casarse con José Latorre. Seguidamente fue trasladada a Palo, donde permaneció custodiada en lugar seguro hasta el día de la boda. Allí, el vicario Gregorio Larrosa la interrogó hasta en tres ocasiones acerca de sus intenciones, reafirmándose la joven en su voluntad de contraer matrimonio. Fueron testigos Antonio Sánchez, vecino de Palo, y Juan Barrio, vecino de Costean.

El secuestro de la novia Inés Arasanz para casarse con José Latorre vecino de Palo
Interior de la iglesia parroquial de Palo                                          Foto: Chema Vías

 Una vez realizado el proceso de secuestro, el paso siguiente fue solemnizar el matrimonio. Los días 30 y 31 de mayo, y el 1 de junio se hicieron públicas las amonestaciones nupciales en las parroquias de Palo y Arasanz, y el día 2 de junio se celebró el matrimonio por palabras de presente en la iglesia de San Martín de Palo. Fueron testigos Antonio Rosón, Miguel de Campo mayor, Miguel de Campo menor y Silvestre Latorre (probablemente hermano del novio), vecinos todos ellos de Palo. Ambos cónyuges fueron examinados en la doctrina cristiana, se confesaron, comulgaron, oyeron misa y recibieron la bendición nupcial. 

 No sabemos si Inés y José fueron felices y comieron perdices, pero eso es ya otra historia.

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(*) Sobre este tema es muy recomendable la lectura de: BALDELLOU MONCLÚS, Daniel. Los conflictos matrimoniales en las familias y estructuras de poder del alto Aragón en el siglo XVIII. Revista electrónica de Historia Moderna, 2014, vol. 8, nº 29.

(**) Gracias a la generosidad de Jesús Cardiel he podido consultar los registros parroquiales de Palo conservados en el Archivo Diocesano de Barbastro, de los que me facilitó una reproducción fotográfica.

lunes, 27 de abril de 2020

La desaparición del niño Felipe y el "milagro" de Nuestra Señora.


 Entre el invierno y la primavera de 1761 hubo en La Fueva una epidemia[1] que afectó principalmente a los niños menores de 12 años. En su desesperación, los padres de las criaturas enfermas se encomendaban a la Virgen de Bruis con la promesa de que, si éstas sanaban, acudirían a su santuario como muestra de agradecimiento. Con esa intención se presentó en Bruis José Zazurca en la mañana del domingo 21 de junio, acompañado de su esposa, Teodosia Castillón, y de sus tres hijos, procedentes todos ellos de El Humo de Rañín, su lugar de residencia.

Historia de la desaparición de un niño de Rañín en el santuario de Bruis
Santuario de Bruis.                                                Foto: Chema Vías

 Ese día el santuario presentaba una gran concurrencia de público ya que, como todos los terceros domingos de mes, se celebraba allí la misa y procesión de la Cofradía de La Minerva. En medio del gentío, José Zazurca y su mujer se despistaron y perdieron de vista a Felipe, uno de sus hijos, de 10 años de edad. Tras intentar localizarlo en vano, los padres dieron la voz de alarma y muchos de los asistentes a los oficios religiosos comenzaron a buscarlo en el interior de los edificios del santuario y por todos los caminos y campos del entorno. El ayuntamiento de Palo instó a sus vecinos para que se sumaran a las labores de búsqueda. Por la tarde, una fuerte tormenta interrumpió el rastreo y éste no se pudo reanudar hasta el día siguiente. Se organizó una batida conjunta formada por vecinos de Palo y de Rañín, llegando hasta la desembocadura del río Usía en el Cinca, pero todo fue en balde: no había rastro del pobre Felipe.


Historia de la desaparición de un niño de Rañín en el santuario de Bruis
Se buscó a Felipe en todas las dependencias del santuario. Foto: Chema Vías

 Como pasaban los días y no se producían novedades en el caso, las gentes de la zona comenzaron a buscar culpables de la desaparición: unos decían que era cosa de brujas, otros, del Diablo y, algunos, de los propios clérigos del santuario, a quienes acusaban de ocultar al niño para que se lo llevase el pintor que estaba decorando en aquellos días la sacristía del templo. Juan Lissa, tío del desaparecido, prometió a la Virgen un donativo de 20 reales para que intercediera por su aparición, ya fuera vivo o muerto.

 La noticia del triste suceso se extendió por toda la provincia y se corrió la voz de que en Bruis se robaban niños. Como consecuencia de ello, muchos feligreses dejaron de asistir al santuario acompañados de sus hijos.

 El 21 de julio, aprovechando que el día anterior había llovido, una vecina de Palo llamada María López, se dirigió a la partida de Cortanaz para segar algo de mies que se había quedado sin cosechar por estar demasiado seca. Cuando se disponía a cruzar el barranco por un pequeño portillo, descubrió, atravesado en fondo de su cauce, el cuerpo sin vida del pequeño. Éste se hallaba vestido con la misma ropa que llevaba el día de su desaparición y apenas presentaba muestras de corrupción, pese al tiempo transcurrido desde entonces. El único signo de violencia que mostraba era un golpe en la cabeza.

Tras ser reconocido por la justicia y familiares, el cadáver fue trasladado a la iglesia de Palo, donde recibió sepultura.  El tío y los padres de Felipe acudieron posteriormente al santuario de Bruis para cumplir con la promesa realizada a la Virgen.


Historia de la desaparición de un niño de Rañín en el santuario de Bruis
Antiguo camino a Morillo de Monclús.                       Foto: Chema Vías


 Todo parece indicar que el día de su desaparición el niño habría salido de Bruis por el antiguo camino de Morillo y, al llegar a la altura de la balsa que tenían los de casa Sánchez en Cortanaz, lo perdió y tomó el sendero que se dirige al barranco. Al intentar cruzarlo caería al fondo del mismo, falleciendo como consecuencia de un fuerte golpe en la cabeza. La tormenta que cayó esa tarde arrastró mucha tierra y broza, quedando el cuerpo del infortunado oculto a la vista de los que lo buscaban. Y así debió permanecer durante un mes, hasta el día 20 de julio, cuando una nueva tormenta limpió el cauce del barranco y el cadáver quedó al descubierto. Según testimonio de algunos vecinos de Palo, una bandada de cuervos habría estado volando y graznando alrededor del barranco un par de semanas antes del hallazgo del infortunado.

 El relato de los hechos ha llegado hasta nosotros gracias a Manuel López, entonces prior de Bruis. Parece ser que en aquella época las rentas del santuario habían disminuido de manera considerable y el prior pensó que dejando constancia por escrito[2] de las gracias y favores que la Virgen de Bruis dispensaba a sus creyentes, la fama de ésta se acrecentaría y volverían las dádivas y limosnas de los fieles, recuperándose así el esplendor del santuario.



Historia de la desaparición de un niño de Rañín en el santuario de Bruis
Narración de Manuel López, prior de Bruis.            Foto: Jesús Cardiel

 En ese caso, el prior estimó que la Virgen de Bruis había intercedido de manera decisiva en favor del hallazgo del cuerpo del pobre niño Felipe, ya que no se podían consideran como casuales los siguientes hechos:

Que lloviera la tarde de la desaparición, quedando el cuerpo de Felipe cubierto por el barro y la broza, y protegido de las alimañas y aves carroñeras.

Que el cuerpo apareciera prácticamente incorrupto, pese al calor del estío.

Que la mujer que descubrió el cuerpo llevara por nombre María.
      
Que a María López le hubiera quedado mies sin segar y que por ello tuviera que volver unos días más tarde.

Que dicha mujer se dirigiera ese día a Cortanaz desde Bruis y no desde La Paúl, como normalmente hacía.

Que una nueva tormenta dejara el cuerpo al descubierto y junto al portillo por donde habría de pasar su descubridora.

 No es aquí mi intención juzgar ni los propósitos ni la fe del prior de Bruis  (allá cada uno con sus creencias), pero creo que en este caso el bueno de Don Manuel subestimó el entendimiento de aquellos que leyeran su relato, pues ver en todos estos hechos la intervención de la Virgen, se me antoja algo forzado: de querer asistir en socorro del pobre niño y su familia, creo que los favores de Nuestra Señora habrían sido bien distintos.



[1] Costelación, según el lenguaje de la época
[2] Esta documentación se encuentra en el Archivo Diocesano de Barbastro y la he podido consultar gracias a una reproducción amablemente cedida por Jesús Cardiel Lalueza.

martes, 14 de abril de 2020

Joaquín Lanau, un cartero de récord Guinness.



La figura del cartero ha sido un elemento fundamental en la vida de nuestros pueblos, especialmente en aquellos tiempos no tan lejanos en los que las comunicaciones terrestres eran difíciles –cuando no inexistentes- e impensables los avances en la tecnología de las telecomunicaciones que hoy en día tanto disfrutamos.

La llegada del cartero era recibida por todos, unas veces con ilusión, otras con temor. De su cartera lo mismo salían buenas nuevas del hijo que estaba lejos que el anuncio de la pérdida de un ser querido, lo mismo besos y promesas del ser amado que citaciones para cumplir con algún enojoso deber, lo mismo el diario editado en la capital de la provincia que la carta del banco recordándonos lo sacrificado que era ahorrar unas pesetas.

Seguramente que los carteros, de poder hacerlo, elegirían ser portadores solamente de buenas noticias. Bueno, no sé si todos…  pero lo que sí es seguro es que al protagonista de nuestra historia de hoy le habría gustado que así fuera.

Joaquín Lanau Cosculluela, nacido en Palo en 1878, comenzó a trabajar como cartero el seis de octubre de 1910. Desde entonces, y hasta la fecha de su jubilación en 1954, recorría cada día, a pie, una buena parte del valle de La Fueva repartiendo el correo entre sus vecinos.

Su jornada comenzaba a las seis de la mañana. De la puerta de Casa Lucas, en Palo, se dirigía  a Mediano, donde recogía el correo en Casa Senz. De allí, vuelta a Palo para dejar la correspondencia en Casa Sastre y comer a temprana hora -sobre las 11,30 de la mañana-.

Joaquín Lanau Cosculluela, carteros, Casa Lucas
Joaquín salía cada mañana de Casa Lucas.    Foto: Chema Vías

Tras la comida se iba a Morillo de Monclús, en concreto a Casa Román, donde dejaba la correspondencia destinada a los residentes en Buetas, Rañín, Formigales y el propio Morillo.

Después de Morillo, su siguiente destino era Casa Cambra, en Tierrantona. Y de allí, al caserío de El Plano para entregar el correo que luego se repartiría entre las distintas aldeas de Muro de Roda.

Tras abandonar El Plano, vuelta a Palo. Antes de llegar a casa, en las temporadas en las que el día alargaba, aún le quedaban fuerzas para sumarse a las labores agrícolas que sus familiares estuvieran realizando en las fincas próximas al camino.

Se calcula que Joaquín recorría a pie más de 40 kilómetros diarios, y a un ritmo tan elevado que hacía que seguirle el paso fuera misión imposible. Debido al mal estado de los caminos y la inexistencia de puentes, cuando se topaba con los ríos Usía y Formigales y éstos bajaban crecidos, se tenía que descalzar para atravesarlos; no importaban ni el frío ni los hielos.

Joaquín Lanau Cosculluela, carteros, Casa Lucas
Joaquín Lanau en 1960.   Foto cedida por Jorge Cella

Y así, día tras día (salvo los domingos y el día de Navidad) durante 44 años, aunque parece que en los últimos tiempos recibía la ayuda de su hijo y de sus nietos.

Tantos años de servicio y esfuerzo no pasaron desapercibidos y poco tiempo después de su jubilación, el diario Nueva España de Huesca, en su edición del día 24 de febrero de 1955, le dedicó un artículo en el que se elogiaba su infatigable labor. En dicho artículo se hacía un cálculo de la distancia recorrida por Joaquín Lanau a lo largo de su vida laboral: multiplicando los kilómetros andados en cada día de servicio -46 según el diario- por los 16.060 días en los que se mantuvo activo (44 años x 365 días al año), resultaba un total de 738.760 km. Lo que venía a significar que, dado que el perímetro de La Tierra es de 40.075 km, nuestro protagonista habría caminado el equivalente a más de 18 vueltas al mundo.

Joaquín Lanau Cosculluela, carteros, Casa Lucas, Nueva España, periódicos
Titular del artículo que el diario Nueva España dedicó a Joaquín Lanau (24-02-1955).


Sin ánimo de restar méritos a la hazaña, creo que al redactor del diario se le fue un poco la mano en sus cálculos. No serían 365 los días trabajados cada año, sino 312, puesto que los carteros no trabajaban los domingos ni el día de Navidad. Esto rebajaría a 15,75 el número de vueltas al mundo, una cifra nada desdeñable y un récord al alcance de muy pocos.

Además de su inestimable entrega al trabajo, a Joaquín le adornaban otras virtudes. Pese a ser una persona de carácter serio, acentuado por la pérdida de un hijo durante la Guerra Civil, estaba siempre dispuesto a hacer favores a sus vecinos, quienes solían hacerle encargos aprovechando  su continuo ir y venir por los pueblos del valle. De esa bondad podemos dar cumplido testimonio en mi familia ya que, gracias a su intervención y a la de Joaquín Arasanz  -alias “Comandante Villacampa”-, se pudo evitar el trágico destino que aguardaba a mi abuelo, Antonio de Viu.

No me gustaría terminar sin agradecer a la familia Lanau, de Casa Lucas, toda la información que me han aportado, en especial a Argimiro, Mireia, Rosario y Jorge. Sin su ayuda todo habría sido mucho más difícil.


lunes, 16 de marzo de 2020

Pasatiempo fotográfico

Corren tiempos extraordinarios debido a la pandemia provocada por el coronavirus COVID-19. Como casi todos estamos (o deberíamos estar) recluidos en casa y disponemos de más tiempo libre, he decidido compartir una fotografía para que os entretengáis en identificar a los que aparecen en ella. La foto está tomada en Bruis, supongo que en una romería (Último Domingo de Mayo o San Jorge) o en alguna misa durante las fiestas de Palo. Si alguien sabe la fecha exacta o algún dato más sobre la foto, le agradeceré la información.

Historia de Palo juventud romería Bruis

viernes, 3 de enero de 2020

Cambian los tiempos: el primer vehículo motorizado llega a Palo.


  Hace 66 años se produjo en Palo un hecho que alteraría por unas horas el tranquilo discurrir de su cotidianidad. La llegada de un camión supuso todo un acontecimiento para la localidad, no en vano se trataba del primer vehículo motorizado que circulaba por sus embarradas calles[1]

El primer camión que llegó a Palo Sobrarbe Palenses
Los vecinos de Palo posan con el camión. Al fondo se pueden ver el abrevadero y el cobertizo, hoy tristemente desaparecidos.
 
Corría el año 1954 cuando el camión con matrícula B-68052[2] arribó a Palo cargado con material de construcción y con la campana de su iglesia parroquial, que había sido restaurada en el taller de herrería de Antonio Capdevila en Aínsa. El conductor, Jesús Fantova, natural de Arro, todavía recuerda las innumerables maniobras que tuvo que realizar en la plaza del pueblo para dar la vuelta, ya que había poco espacio y la inclinación del terreno provocaba que las ruedas patinasen. Al final hubo que igualar el desnivel con tablones de madera.

Para aprovechar bien el viaje, el camión salió de Palo con destino a Barbastro cargado con sacos de carbón vegetal hecho en casa Mariñosa. 
 
El primer camión que llegó a Palo palenses
Nadie quiso perderse la ocasión de hacerse una foto con el camión.

Como he comentado más arriba, la llegada del camión alteró ese día la vida de los vecinos de Palo, convirtiéndose en un motivo de celebración por todo lo alto. Las imágenes que acompañan al texto dan buena fe de ello, ya que todo el mundo -el mosén incluido- quiso fotografiarse con el vehículo. Se cuenta, además, que la cosa acabo en fiesta hasta bien entrada la noche.



[1] Información proporcionada por Jesús Fantova, conductor del camión, gracias a la mediación de Nati de Viu y Mari Carmen Senz.
[2] El camión había sido matriculado en 1940.