"Un pueblo que no conoce su historia no puede comprender el presente ni construir el porvenir" (Helmut Kohl)
Entre los años 1635 y 1659 tuvo lugar la Guerra franco-española, una de cuyas consecuencias más sobresalientes fue la Sublevación de Cataluña, también conocida como Guerra de Cataluña o Guerra dels Segadors. Los desencuentros entre la Monarquía Hispánica y el Principado de Cataluña ya venían de antiguo, sobre todo desde el intento del valido de Felipe IV, el Conde Duque de Olivares, de instaurar en 1626 la Unión de Armas, que pretendía que todos los territorios de la Monarquía Hispánica contribuyeran a su defensa con hombres y dinero de manera proporcional a su población y riqueza. La guerra franco-española supuso la presencia de tropas del ejército real en territorio catalán, tropas a las que había que alojar y mantener, lo que provocó el descontento de muchos de sus pobladores, sobre todo de los campesinos. A ello se añadieron las requisas de ganado y cultivos y los saqueos de algunas poblaciones como Palafrugell. En 1640 se produjeron una serie de revueltas que culminaron en Barcelona el día 7 de junio (festividad del Corpus Christi) con una rebelión popular y el asesinato del Virrey de Cataluña, Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma. El presidente de la Generalitat, Pau Claris, instauró la República Catalana en enero de 1641, pero sólo una semana más tarde proclamó al rey de Francia, Luis XIII, como Conde de Barcelona, poniendo al Principado de Cataluña bajo soberanía francesa. De esta manera, desde 1640 hasta 1652, Cataluña se convirtió en un escenario más de la guerra entre Francia y España, escenario que llegó incluso a tierras aragonesas, ya que Monzón fue tomado por los franceses en 1643 y reconquistado por Felipe IV un año más tarde. La Guerra de Cataluña acabó en 1652 con la toma de Barcelona por las tropas reales bajo el mando de Juan José de Austria.
Este conflicto afectó de forma directa a otros territorios de la Corona de Aragón. En la segunda mitad del siglo XVII el concejo de Palo atravesaba una difícil situación económica. Corría el año 1680, y ese mismo concejo que unos años antes había podido afrontar los gastos de construcción de la iglesia parroquial, solicitaba al rey Carlos II a través del Consejo de Aragón, que le fuera concedida una mora de 20 años en el pago de la deudas que había contraido con varios censalistas (prestamistas). El documento enviado por el Consejo al monarca decía así:
"Señor:
El lugar de Palo, en el Reyno de Aragon, dize se halla muy pobre y desvalido, sin poder acudir a la paga de sus censalistas por haverse disminuido de muchas cassas, pues se componia de mas de 50 y oy no llegan a treinta, con los travajos que han padeçido con alojamiento de soldados. Y que siempre que se ha offrecido quando las guerras passadas de Cataluña han servido como fieles vassalos de V.M. con sus personas y haziendas, de que ha venido muy a menos, como tambien por las calamidades de los tiempos y carga de penssiones y çensalistas, pues pagan en cada un año 50 sueldos, y de pensiones caidas estan deviendo 800 libras, y de comandas y albaranes mas de 900. La mayor parte destos devitos han proçedido de alojamientos y otras obligaçiones que han / servido para el real servicio.
En conssiderazion de lo dicho, supplica a V.M. se sirva hacerle merced de mandar a los censalistas de dicho lugar bengan en concordia por tiempo de 20 años para que con esso se conserbe el real patrimonio de V.M. y el dicho lugar se recobre en algo para que, cumplido dicho tiempo, pueda pagar por entero a dichos censsalistas.
Y assi lo espera de la real clemencia de V.M."(1)
Anotación favorable a la solicitud del concejo de Palo. FOTO: Archivo de la Corona de Aragón |
Sin embargo, es bastante probable que el empobrecimiento de las arcas concejiles no se debiera solamente a los efectos de la guerra, sino que más bien se habría producido por la suma de varios factores negativos. Curiosamente por las mismas fechas, hay un memorial de los lugares vecinos de Pallaruelo y Rañín solicitando al monarca una mora de 30 años en el pago de sus deudas. En este caso las razones esgrimidas para la merma de los ingresos municipales son "las calamidades de la langosta, piedra, niebla y enundaçiones de aguas con las quales ha dexado a dicho territorio sin tierra", además de "los alojamientos y transitos de soldados y asistencia de ellos" (2).
También sabemos de la existencia de rebrotes de peste en Sobrarbe entre 1652 y 1659.
Es muy posible que la decadencia económica de Palo se debiera también a los efectos de estos desastres naturales y a la asunción de gastos excesivos (tal vez la construcción de la iglesia unos años antes tuviera algo que ver), pero quizá el concejo decidiera responsabilizar de sus deudas únicamente a los servicios prestados a las tropas reales para así conmover al monarca y que éste atendiera más fácilmente sus ruegos, como así hizo con fecha del 11 de mayo de 1680.
(1) Archivo de la Corona de Aragón, CONSEJO DE ARAGÓN, Legajos, 0099, nº 019, doc. 21.
(2) Archivo de la Corona de Aragón, CONSEJO DE ARAGÓN, Legajos, 0099, nº 019, doc 20.
No hay comentarios:
Publicar un comentario